junio 01, 2007

EL PRESENTE por juan colil abricot


No tengo conciencia del tiempo. Eso es lo que me han dicho los especialistas después de analizarme concienzudamente. Exámenes de sangre, de orina, de iris, pruebas sicológicas del tipo marque una alternativa, privación del sueño, privación del alimento, privación de la familia, golpes vitamínicos y tantas otras cosas lo confirman.
No es una enfermedad, eso me lo han explicado con detalles y de la manera más pedagógica posible, sino más bien se trata de una carencia. Algo que falta en alguna parte de uno de mis sistemas. No es algo físico, tangible: un órgano que alguien pudiera donar, un aparato que se pudiera instalar. Es una reacción, un resultado, un proceso inconsciente. No hay ciencia que me pueda ayudar ni religión que me pueda consolar. Mis cercanos dicen que es una lástima. Les creo porque son personas decentes.
De buenas a primeras uno no lo entiende, es decir, la gente no lo entiende. Para mi no es ninguna complicación, quizás lo único que me perturba es aquello de lo inexorable que resulta el avance del tiempo para todos, incluso para los que no tenemos conciencia de él .
Dicho de otra forma: vivo permanentemente en el presente. Sé que existe el pasado y el futuro, sé que existen los recuerdos y los proyectos, pero para mí son solo imágenes confusas, ideas. Es como saber que existe un nuevo planeta o como saber que existe un órgano interno del cuerpo, el píloro por ejemplo, cosas de las que podemos conversar, afortunadamente sin comprometernos. Porque toda idea nos lleva a tomar partido, a situarnos a un lado; a favor, en contra o en la indiferencia que es lo mismo que situarse a favor pero sin decirlo; Pero como podría situarme en alguna parte si para eso necesito caminar por aquella línea que llamamos tiempo, y más aún necesito poder ver el camino recorrido que me permita sopesar las conveniencias, evaluar los riesgos, reconocer mi experiencia y la de otros. Necesito tener expectativas o por lo menos debería tener algo similar. Quizás por eso me pregunto a veces, si no será de otro tipo mi carencia, una falta de olfato existencial, un severo déficit atencional, una débil orientación en mi adolescencia, que me han dicho que me ocurrió hace años, pero que yo no he notado.
Sé que existe un ayer y un mañana, sé que los días están separados unos de otros por las noches, sé también que desde siempre hemos intentado contar el tiempo, medirlo, someterlo. Y cuando digo siempre, pienso que es una correa sin fin que nos arrastra.
Pienso en el transcurso del tiempo como un río. Así con esas palabras simples me lo explicó mi padre que de niño debía atravesar el Imperial en bote, quizás en ese trayecto comprendió el movimiento del tiempo y de las cosas. Es un recuerdo me dijo y me habló en pasado mientras mirabámos correr las aguas río abajo. El bote moviéndose sobre las aguas, él moviéndose sobre el tiempo. Por eso pienso en el presente como un charco de agua estancada, que no viene desde ninguna parte y tampoco se mueve hacia otra.

CAROL por César Zapata


la conocí en un océano
de ruidos


me emborraché con ella
de ella
para ella


la penetré suavemente


me comió con la decisión
de un lactante


le dije que viviéramos
en un beso
hasta siempre


me compró


vivimos juntos tres años
la amé y me golpeó con sus uñas
me amó y la maltraté conmigo mismo


cuando se fue mi pene se enfermó


pero estoy tranquilo
sé que todo pasa


sobretodo lo sabe el tiempo

(mayo de 2007)